Lorena García, graduada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Máster en Profesorado de Educación Secundaria por la USJ, lleva toda su vida practicando, aprendiendo y enseñando balonmano.

Mientras entrenaba a diferentes equipos, consiguió ser jugadora de balonmano en División de Honor Plata en el club Rotulos, que desapareció por no poder subsanar los gastos de competir en la segunda categoría más alta de España.

Hace 7 años, con 18, se apuntó al curso de árbitros de la Federación Aragonesa de Balonmano con el objetivo experimentar el único ámbito que le quedaba por probar en el balonmano y conocer más sobre el deporte que le llevaba acompañando toda la vida. Ahí comenzó la aventura por la que hoy le damos la enhorabuena. Poco a poco se fue enganchando y hoy en día asegura estar cumpliendo sus sueños.

Sin embargo, los comienzos no fueron tan sencillos. “La decisión más difícil que he tomado en mi vida ha sido dejar de jugar para poder seguir creciendo como árbitro”, afirma Lorena. “Llego un momento que tuve que decidir. Consideré que como jugadora ya lo había dado todo y necesitaba nuevos retos”, explica.

Ciertamente, desde que tomó aquella decisión, Lorena no ha parado de crecer. Hace 4 años empezó a arbitrar a nivel nacional. Actualmente dirige, junto con su compañera Tania Rodríguez, partidos de División de Honor Femenina y División de Honor Plata Masculina. Son las dos primeras y la única pareja femenina en la 1ª categoría femenina y la 2ª masculina. Además, recientemente debutaron internacionalmente en la Prague Champions Cup y fueron designadas para la XXXIX Copa de la Reina que se disputó en Málaga en abril.

“Arbitro todos los fines de semana. Si la Federación Española no me designa para un partido nacional, lo hago en Aragón”, explica Lorena. Es directora de la Escuela de Árbitros de Aragón, se encarga de la formación de los colegiados en la Comunidad y designa los árbitros de la categoría escolar.  “Normalmente viajo todos los fines de semana para dirigir partidos nacionales, pero siempre intento sacar algo de tiempo para ver o acompañar a algún arbitro más joven en Aragón”, cuenta.

Entre semana, Lorena es entrenadora personal en un gimnasio y se encuentra estudiando oposiciones. “Me gustaría poder dedicarme en exclusiva al arbitraje, pero no es posible. El balonmano no es un deporte donde haya muchos ingresos en ninguno de sus ámbitos, así que debo compaginarlo con mi trabajo”, explica.

Sin embargo, también admite que su pasión le lleva a invertir mucho tiempo en el arbitraje, aunque no obtenga remuneración. “Arbitrar es fácil. Lo difícil es dirigir partidos progresando y cumpliendo objetivos”, afirma. Para ello, analiza y estudia los vídeos de todos los encuentros con el objetivo de detectar errores.

Aunque recuerda que jamás pensó que el arbitraje le haría tan feliz, reconoce que no podría enumerar todo lo que le ha aportado, “desde disciplina y trabajo hasta paciencia y constancia”. También le ha permitido visitar toda la geografía española y parte del extranjero y asegura haber “conocido personas maravillosas” que le han ayudado a estar donde está hoy.

Aunque ha conseguido algo que ninguna otra mujer había conseguido en el arbitraje de balonmano, para Lorena no es suficiente. Quiere seguir aprendiendo y creciendo. “Sería un sueño arbitrar en la Liga Asobal. Es importante tener los pies en la tierra y sé que todavía tengo mucho trabajo por delante. Esa oportunidad llegará en el momento apropiado cuando esté preparada para dirigir partidos de la máxima categoría nacional”, afirma.

Además, actualmente, está en el Grupo de Árbitros Jóvenes Internacionales, un grupo que realiza un seguimiento a los colegiados jóvenes, convocándolos en torneos y competiciones internacionales para, en un futuro, ser árbitros absolutos internacionales.

Y, por si todo ello no fuera suficiente, es árbitra internacional en la modalidad de balonmano playa, donde ascendió el pasado octubre junto con la cántabra Aída Cossio.  En verano comenzará de nuevo la temporada y empezará a viajar todos los fines de semana para participar en la competición nacional e internacional.

Sobre el balonmano playa, Lorena reconoce que “es una modalidad bastante moderna” y, aunque haya cambiado sus vacaciones de verano por este deporte, intentará seguir compaginándolo con el arbitraje de pista y su vida personal. “No sé cuánto tiempo podré seguir con todo, pero, mientras tanto, disfrutaré como he hecho hasta ahora. No entraba en mis planes acabar siendo árbitro internacional de balonmano playa, pero ha sido un maravilloso plan improvisado”, asegura.

En ocasiones, parece que algunos jugadores, entrenadores o afición piensen que el árbitro es un enemigo en los partidos. Adoptar la postura neutral necesaria para arbitrar correctamente lleva a que tomen decisiones que a veces perjudiquen a unos y otras veces a otros. Muchas veces no se comprende y respeta su función. Lorena rompe una lanza en favor de su deporte y afirma que “aunque algunos jugadores sí que ven al árbitro como un enemigo, normalmente los equipos se comportan bastante bien y respetan las decisiones de los árbitros”.

Quizás más complicado es el papel que tienen los colegiados que arbitran en categorías escolares. Para la exalumna de la USJ, además de arbitrar el partido, “también deben formar a los jugadores explicándoles sus decisiones para que puedan comprender las normas”.

De esa manera, desde que son niños, se trabaja para que respeten la figura del árbitro en un ambiente en el que cada cierto tiempo nos sorprenden noticias de amenazas o vejaciones a colegiados de categorías base. De hecho, hace unos meses, se produjo un incidente en un partido de balonmano en el que los padres de uno de los equipos insultaron e increparon a dos árbitros de 17 y 19 años.

“Este suceso lo viví muy de cerca porque estos árbitros pertenecen a nuestra escuela y como parte de la misma y miembro del comité arbitral sentí muchísima indignación”, manifiesta Lorena. “A veces no se es consciente del esfuerzo y trabajo que hacemos desde el comité para conseguir nuevos árbitros y formarlos para que puedan ascender y dirigir partidos de mayor categoría. No son conscientes que sin árbitros no hay competición y que, al igual que los jugadores (sobre todo en categoría escolar), también están en edad de formación”, añade.

Para Lorena la solución pasa por que los clubes tomen “medidas más estrictas” y prohíban la entrada al pabellón “a esos aficionados y hooligans que deciden no disfrutar del partido y crean un mal ambiente”. Desde el comité de árbitros, animan a sus colegiados a “denunciar y redactar objetivamente en el acta del partido lo sucedido» para que se puedan tomar medidas. “No vamos a permitir estas acciones sobre nuestros árbitros y lucharemos por proteger especialmente a los más jóvenes para que sigan ilusionados con el arbitraje de este deporte”, afirma Lorena.